viernes, 27 de agosto de 2010

ENTREVISTA REALIZADA POR EL DIARIO LA NACION A HARDY VALLEJOS EL SABADO 31 DE OCTUBRE DEL 2009

Hardy Vallejos: “No somos grandes artistas, pero tampoco queremos ser menos”

Hardy, el protagonista del documental que muestra la lucha infatigable de los vendedores de micro que no se bajaron del Transantiago, se refiere a una semana triunfal: cuando la Presidenta firmó la norma que los reconoce como trabajadores legales y cuando una historia que no importaba a nadie llegó al festival de documentales más importante del mundo.

Duro de matar. Hardy se fue preso como ambulante por última vez media hora antes de asistir a su cita con la Presidenta.
Tres años y medio después de que a él y a sus colegas vendedores de la locomoción colectiva los bajaran del Transantiago, Hardy Vallejos (37) se puso su pechera azul y rojo y marchó a una cita importante. La más importante de su carrera como vendedor ambulante propagandista. “Charlatán”, como se les decía hasta antes de agruparse.
La aprobación de la norma Nº 20.388 que concede permiso a los ambulantes sindicados en Sintraloc (Sindicato de Trabajadores Vendedores de la Locomoción Colectiva) para trabajar legalmente en la locomoción colectiva se celebró en La Moneda el pasado lunes 26 de octubre. Hardy y otros 70 beneficiados iban camino a la invitación de parte de la Presidenta cuando fue detenido por última vez por carabineros.
“Media hora antes de que se promulgara la ley me metieron preso. Ese lunes cuando íbamos a la firma nos pararon las Fuerzas Especiales de Carabineros a una cuadra de La Moneda en el bandejón a la altura de Teatinos.
No nos creían que íbamos invitados por la Presidenta”, cuenta Hardy mientras vende tarjeteros o pases porta-bip como las llaman en su florida jerga. Ese día el entusiasmo le jugó una mala pasada a Hardy que fue el único detenido. “Me puse firme y les dije que no me lo iban a impedir”, asegura.
Parte de ese tesón es el que Hardy exuda a lo largo del documental “El poder de la palabra” de Francisco Hervé que repasa la pelea de los vendedores de micro para retornar a su nicho desde que el Transantiago los volvió ilegales.
En estreno la próxima semana y peleando desde mediados de noviembre en el IDFA, el festival de documentales más grande del mundo donde se presentan más de 3 mil postulantes y sólo quedan 18. Entre esos está “El poder de la palabra”. Todos quieren conocer esta hazaña de quienes le doblaron la mano a la mole del transporte. Sin más, Hardy deberá correr la próxima semana para poder estar en Uruguay dictando cátedra a sus pares y regresar para ver el estreno comercial del documental.
“Es que es una alegría tan grande todo esto porque en ninguna otra parte del mundo se había dado una experiencia como ésta. Algo tan significativo que se concreta con la firma de la Presidenta”, dice Hardy. Reflexiona sobre ese momento que la cámara de Hervé no alcanzó a registrar para el documental.
“Es que, ¿sabes? Esto es algo que la gente ve en una película, un documental y que no tiene por qué creer. Es la vida real la que puedes ver ahí, tu ves nuestras caras que son nuestras caras reales, desde el enojo hasta las bromas. No hay una actuación de por medio”.
ImagenRealiza una pausa cada vez que la gente se le acerca a comprarle esta funda para la tarjeta Bip! El producto que le tocó vender esta semana. La modulación, la pinta y el discurso para vender el producto es clave. En este caso las cualidades del tarjetero consisten en que se puede llevar la tarjeta con seguridad y no perderla dentro de la cartera de la dama o la billetera del varón. “Nosotros nos consideramos propagandistas porque damos la charla arriba de la micro a diferencia del vendedor de helados y dulces, ellos suben a ofrecer su mercadería pero la gritan y eso no más”, aclara.
ORIGINAL A MIL
A diferencia de las otras castas de comerciantes de la micro (el machetero que pide plata a cambio de una gran historia, los confiteros que venden desde charqui hasta helados (el vendedor ambulante propagandista es un todo terreno. Las últimas semanas Hardy ha vendido con la misma labia libros educativos para niños, set de lápices, mini personals estéreo (sic), agendas y tarjeteros. Todos bajo un barniz que sólo un buen vendedor puede encajarle al pasajero en trance de la hora del taco. “Es que no somos grandes artistas, pero tampoco queremos ser menos”, se ríe Hardy.
“Nunca pensamos en fracasar, nosotros siempre hemos sido vendedores de derecho y hecho. Hemos trabajado y lo seguiríamos haciendo con o sin permiso”, amenaza.
La vida ahora es más suave. No les requisarán su mercancía y al andar identificados podrá diferenciarse mejor a un delincuente de un vendedor verdadero, pero el verdadero motor de Hardy es su familia. Su esposa trabaja con él en el sindicato y sólo se separan para vender su mercadería. Su hijo mantiene buenas notas y reconoce el trabajo colectivo de su papá. “Él ha sido parte fundamental de esto -dice Vallejos- mi hijo ha resentido más que nadie mi participación sindical por estar fuera de casa gran parte del día pero aún así me ha apoyado 100% y capta la fuerza con que hacemos esto”.
Hardy recuerda que tras la muestra en Valdivia las palmadas en la espalda iban y venían, los “Sigan así” y las felicitaciones también, pero de todos los vítores se le quedó grabado uno en especial. “No te voy a felicitar por tu actuación, sino por la educación que le estás dando a tu hijo, me dijo un señor con acento español. No sé quién era, pero es algo que me enorgullece”.

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