viernes, 27 de agosto de 2010

DOCUMENTAL EL PODER DE LA PALABRA

El documental que nunca está de más en el hogar

En su documental “El poder de la palabra”, el director recupera la lucha por la adaptación que movió a los vendedores de micro para no quedarse abajo del Transantiago. La cámara acompaña a Hardy, un vendedor que en la ruta logró reunir el primer sindicato de la especialidad y negociarle al ministerio con la misma “parla” con que vende manuales de cocina.
Hardy Vallejos es un vendedor ambulante propagandista, la categoría más alta en el escalafón de los vendedores de microbuses. Armado de labia y tesón logró conformar junto a sus colegas el Sindicato de Trabajadores de la Locomoción Colectiva.


Quizás usted no lo sepa. Francisco Hervé tampoco lo sabía cuando decidió registrar el proceso de adaptación de los vendedores de la locomoción colectiva al Transantiago desde el 2005, pero la casta de este oficio conoce tres estamentos clave: El machetero (que es el que pide plata arriba de la micro a cambio de una historia lamentable), los confiteros (que venden desde charqui hasta el helado mango crema) y el vendedor ambulante propagandista, el caso más antológico.
Es el estatus más alto de la venta callejera y el que requiere una preparación mayor, dice Hervé sobre el hombre engominado, voz perfectamente modulada, que viste camisa, corbata y vende enciclopedias, packs de billeteras, botiquines y todo aquello que no debe faltar en el bolsillo del varón o la cartera de la dama. Es la jerga de gente como Hardy Vallejos, hilo conductor del largometraje. Un vendedor capaz de comercializar cualquier cosa a bordo de un bus, desde agujas a manuales de inglés.
Cuando a mediados de esta década se anunció el cambio más revolucionario del siglo en materia de transporte, Hardy y sus colegas vieron con más preocupación que entusiasmo el plan que pretendía hacer de Santiago una capital de categoría mundial. El documentalista y responsable de otros trabajos como los documentales ficción agrupados en la serie "Ciudadano K", notó a su vez este pliegue histórico que exigía ser investigado.
"Como soy usuario de las micros me interese por hacer este documental por los cambios que implicarían estas modificaciones, no sólo en lo que respecta a los buses, sino en la cultura asociada a ellos. Con esto no me refiero a una cosa nostálgica que tenga que ver sólo con el 'calugón Pelayo' -asegura- sino a toda la forma de movernos por la ciudad".
Recuerda que en este viaje entre micro y micro, descubrió que había vasos comunicantes entre lo que hace este tipo de vendedor y lo que en ese momento informaba el país en su voluntad de modernizarse. "Este vendedor que se preocupa de su vestimenta que crea un discurso (o una "parla" dentro de su jerga) es una cosa alucinante. Cuando te dicen que vienen de parte de una editorial por ejemplo a ofrecerte un producto que te servirá para la educación de tu hijo, te venden un mundo alucinante, un mundo mejor del que todos vivimos arriba de la micro. Un mundo especial donde las cosas son de una manera que contrasta con la realidad. Me di cuenta de que esa era la metáfora perfecta de lo que estaba haciendo el país con la modernización del sistema de transporte", dice el director que mostró esta semana su trabajo en el Fidocs.
MI INTENCÍÓN NO ES MOLESTAR
Acá entra en escena Hardy y su mujer Gloria. La película trata más sobre la dificultad de la adaptación en este gremio y la dignidad con que se logra sortear la amenaza que se cierne sobre ellos. Hardy y su mujer logran reunir a cerca de 2 mil de los 7 mil vendedores de micros en un Sindicato de Trabajadores de la Locomoción Colectiva (Sintraloc) que de igual a igual se entiende con los representantes de gobierno para dejar de ser parte del fatídico Artículo 91 de la Ley de Tránsito. Se les dijo a los vendedores que en virtud de esa norma se prohíbe la venta arriba de la micro como se prohíbe fumar, llevar pasajeros ebrios o llevar bultos. "Esto ponía en juego la dignidad de estas personas porque además buscaban que la sociedad les dijera que un vendedor ambulante no es lo mismo que un delincuente, un borracho o un drogadicto", aclara Hervé.
Entre la olvidada cascada amarilla, el trabajo recorre esos estertores de gente de buen equilibrio en movimiento y tantas palabras para rellenar cualquier puzzle. Reconoce en esta forma de adaptarse, más un gen de la viveza local que es la misma con que se puede vender un curso completo de inglés en la micro. El ingenio del marketing ambulante para decidir lo que se va a vender o lo que se va a decir para causar una reacción en el pasajero. El verdadero poder de la palabra.
Al respecto, el realizador recuerda una escena reveladora. "Hay un momento que me conmueve mucho, es la de Gloria, la mujer de Hardy, vendiendo en el pasillo de una micro un libro de inglés. Es el más básico, después saca el segundo y explica muy bien cómo se avanza de un nivel al otro, luego saca un tercer libro con contenidos más avanzados. La cámara está fija sobre ella porque el discurso es largo. La gente baja por el pasillo y se produce una coreografía maravillosa en que ella es tapada por otras personas pero sigue haciendo su discurso en el que termina regalando una enorme cantidad de láminas autoadhesivas para los niños. Una escena que yo encuentro muy bella".

DIARIO LA NACION MARTES 27 DE OCTUBRE DEL 2009

Autorizan a ambulantes a vender en microbuses

Super 8, gomitas de eucalipto, Choco Pandas, agujas y parches curitas se podrán comercializar sin problemas en Santiago y Valparaíso gracias a una ley promulgada ayer por la Mandataria.

Dos mil 100 vendedores ambulantes de Santiago y 400 de la Región de Valparaíso podrán subirse a los microbuses a ofrecer sus productos, sin riesgo de ser detenidos ni de perder la mercadería, gracias a una ley que promulgó ayer la Presidenta Michelle Bachelet en La Moneda.
Se trata de la norma Nº 20.388 que concede permiso a estos socios del Sindicato de Trabajadores Vendedores de la Locomoción Colectiva (Sintraloc). Decenas de ellos asistieron al acto con los flamantes uniformes que deberán usar en el Transantiago y en los buses del puerto.
David Peña, presidente del Sintraloc, dijo que “es un día histórico para nuestro gremio, que tiene 23 años de existencia y que desde hace cuatro años venía luchando por esta ley”. También agradeció a la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y a los diputados que hicieron posible el permiso.
“Ahora vamos a poder trabajar tranquilos, sin temor a que nos detengan, nos pasen partes ni nos quiten la mercadería. Sin embargo, es importante que haya una marcha blanca para todos los vendedores uniformados, hasta que solucionemos el tema del reglamento”, añadió el dirigente.
REQUISITOS
Peña explicó que para obtener al permiso, los socios deberán iniciar actividades en el Servicio de Impuestos Internos y acreditar el origen de las especies que vendan. Los vendedores registrados en el Sintraloc o como independientes en la Dirección del Trabajo podrán solicitar una credencial.
Una de las principales disposiciones de la ley es que los conductores del transporte urbano de pasajeros no podrán negarse al ejercicio de esta actividad en las máquinas, salvo si representa un peligro de accidente o si entorpece de manera evidente la comodidad de los pasajeros.
El origen de la ley se remonta al año 2006, cuando la Intendencia Metropolitana llamó a las instituciones públicas a formar una mesa de trabajo con el Sintraloc. Su finalidad era abordar el problema de los ambulantes ante la entrada en vigencia del Transantiago.
La principal exigencia del Sintraloc fue eliminar la prohibición de vender en la locomoción colectiva, previo cumplimiento de ciertos requisitos para controlarla a través de Carabineros. Esta iniciativa recibió el apoyo de varios diputados e implicó la modificación de la Ley de Tránsito.

Los vendedores registrados en el Sintraloc o como independientes en la Dirección del Trabajo podrán solicitar una credencial para trabajar arriba de los buses de locomoción colectiva. Foto: Andrea Barrera.

ENTREVISTA REALIZADA POR EL DIARIO LA NACION A HARDY VALLEJOS EL SABADO 31 DE OCTUBRE DEL 2009

Hardy Vallejos: “No somos grandes artistas, pero tampoco queremos ser menos”

Hardy, el protagonista del documental que muestra la lucha infatigable de los vendedores de micro que no se bajaron del Transantiago, se refiere a una semana triunfal: cuando la Presidenta firmó la norma que los reconoce como trabajadores legales y cuando una historia que no importaba a nadie llegó al festival de documentales más importante del mundo.

Duro de matar. Hardy se fue preso como ambulante por última vez media hora antes de asistir a su cita con la Presidenta.
Tres años y medio después de que a él y a sus colegas vendedores de la locomoción colectiva los bajaran del Transantiago, Hardy Vallejos (37) se puso su pechera azul y rojo y marchó a una cita importante. La más importante de su carrera como vendedor ambulante propagandista. “Charlatán”, como se les decía hasta antes de agruparse.
La aprobación de la norma Nº 20.388 que concede permiso a los ambulantes sindicados en Sintraloc (Sindicato de Trabajadores Vendedores de la Locomoción Colectiva) para trabajar legalmente en la locomoción colectiva se celebró en La Moneda el pasado lunes 26 de octubre. Hardy y otros 70 beneficiados iban camino a la invitación de parte de la Presidenta cuando fue detenido por última vez por carabineros.
“Media hora antes de que se promulgara la ley me metieron preso. Ese lunes cuando íbamos a la firma nos pararon las Fuerzas Especiales de Carabineros a una cuadra de La Moneda en el bandejón a la altura de Teatinos.
No nos creían que íbamos invitados por la Presidenta”, cuenta Hardy mientras vende tarjeteros o pases porta-bip como las llaman en su florida jerga. Ese día el entusiasmo le jugó una mala pasada a Hardy que fue el único detenido. “Me puse firme y les dije que no me lo iban a impedir”, asegura.
Parte de ese tesón es el que Hardy exuda a lo largo del documental “El poder de la palabra” de Francisco Hervé que repasa la pelea de los vendedores de micro para retornar a su nicho desde que el Transantiago los volvió ilegales.
En estreno la próxima semana y peleando desde mediados de noviembre en el IDFA, el festival de documentales más grande del mundo donde se presentan más de 3 mil postulantes y sólo quedan 18. Entre esos está “El poder de la palabra”. Todos quieren conocer esta hazaña de quienes le doblaron la mano a la mole del transporte. Sin más, Hardy deberá correr la próxima semana para poder estar en Uruguay dictando cátedra a sus pares y regresar para ver el estreno comercial del documental.
“Es que es una alegría tan grande todo esto porque en ninguna otra parte del mundo se había dado una experiencia como ésta. Algo tan significativo que se concreta con la firma de la Presidenta”, dice Hardy. Reflexiona sobre ese momento que la cámara de Hervé no alcanzó a registrar para el documental.
“Es que, ¿sabes? Esto es algo que la gente ve en una película, un documental y que no tiene por qué creer. Es la vida real la que puedes ver ahí, tu ves nuestras caras que son nuestras caras reales, desde el enojo hasta las bromas. No hay una actuación de por medio”.
ImagenRealiza una pausa cada vez que la gente se le acerca a comprarle esta funda para la tarjeta Bip! El producto que le tocó vender esta semana. La modulación, la pinta y el discurso para vender el producto es clave. En este caso las cualidades del tarjetero consisten en que se puede llevar la tarjeta con seguridad y no perderla dentro de la cartera de la dama o la billetera del varón. “Nosotros nos consideramos propagandistas porque damos la charla arriba de la micro a diferencia del vendedor de helados y dulces, ellos suben a ofrecer su mercadería pero la gritan y eso no más”, aclara.
ORIGINAL A MIL
A diferencia de las otras castas de comerciantes de la micro (el machetero que pide plata a cambio de una gran historia, los confiteros que venden desde charqui hasta helados (el vendedor ambulante propagandista es un todo terreno. Las últimas semanas Hardy ha vendido con la misma labia libros educativos para niños, set de lápices, mini personals estéreo (sic), agendas y tarjeteros. Todos bajo un barniz que sólo un buen vendedor puede encajarle al pasajero en trance de la hora del taco. “Es que no somos grandes artistas, pero tampoco queremos ser menos”, se ríe Hardy.
“Nunca pensamos en fracasar, nosotros siempre hemos sido vendedores de derecho y hecho. Hemos trabajado y lo seguiríamos haciendo con o sin permiso”, amenaza.
La vida ahora es más suave. No les requisarán su mercancía y al andar identificados podrá diferenciarse mejor a un delincuente de un vendedor verdadero, pero el verdadero motor de Hardy es su familia. Su esposa trabaja con él en el sindicato y sólo se separan para vender su mercadería. Su hijo mantiene buenas notas y reconoce el trabajo colectivo de su papá. “Él ha sido parte fundamental de esto -dice Vallejos- mi hijo ha resentido más que nadie mi participación sindical por estar fuera de casa gran parte del día pero aún así me ha apoyado 100% y capta la fuerza con que hacemos esto”.
Hardy recuerda que tras la muestra en Valdivia las palmadas en la espalda iban y venían, los “Sigan así” y las felicitaciones también, pero de todos los vítores se le quedó grabado uno en especial. “No te voy a felicitar por tu actuación, sino por la educación que le estás dando a tu hijo, me dijo un señor con acento español. No sé quién era, pero es algo que me enorgullece”.

reportaje sobre los heladeros,(considerado una actividad criolla de nuestro pais) publicado el dia domingo 31 de enero del 2010 por el diario la nacion

Heladero, callejero, vendedor ambulante

La costumbre de comerse un helado en la micro crece sobre todo en estas fechas. El surtido paletero ofrece una gama de coloridas alternativas para refrescar la jornada estival con poca plata. Pero detrás de un rubro popularmente conocido, se esconde un vital sacrificio por llevar a su boca el choco panda.


Como otro de tantos curiosos rankings, nuestro país es el principal consumidor de helados en Latinoamérica, y cada chileno degusta siete litros al año. En verano las ventas de Bresler o Savory suben hasta 600%, pero para los vendedores ambulantes, los mejores meses ya han sido noviembre y diciembre. “Ahora parece que se fueron todos de vacaciones, o andan juntando las monedas para irse”, se queja Olivia, heladera de Avenida Matta, que en invierno se dedica a la venta de otros productos, “pero siempre arriba de la micro”, agrega.
Sin trabajo y con tres hijos, Isabel decidió en diciembre pasado seguir a su amiga y vecina Olivia, quien hace siete años trabaja como heladera. En la inexperiencia de su primer día de trabajo fue detenida por carabineros, perdió la mercancía pero no los ánimos y días más tarde obtuvo la credencial del Sindicato de Trabajadores de la Locomoción Colectiva (Sintraloc), perteneciente a la CUT. “Tenemos hartos beneficios con eso, por lo menos ya no nos vamos detenidos, porque los carabineros ya no nos persiguen. A los que andan sin credencial se los llevan eso sí”.
Su colega, Tuffick Sarmiento, usa un jockey azul, y la piel curtida por el calor del sol esconde sus tibios ojos verdes. Trabaja vendiendo helados desde hace diez años y recuerda con añoranza las micros amarillas. “Los recorridos antes eran mucho mejor, uno se subía y se bajaba de las micros a cada rato”, dice.
La crisis económica del año 2008 instó a los heladeros a subir el precio de las paletas de 100 a 200 pesos. En la actualidad, muchos pasajeros o transeúntes se siguen sorprendiendo mientras buscan en sus bolsillos la otra moneda de cien con la que no contaban para pagar una paleta de agua. En la distribuidora Fruna de San Pablo comentan que la caja de helados conserva el mismo precio de siempre. “El aumento del valor lo manejan los heladeros, nosotros los vendemos al mismo costo de otros años”. Pero “la cosa ha estado mala”, reitera Tuffick en defensa del rubro. “Los helados valen lo mismo, pero todo lo demás ha subido, entonces tenemos que seguir el ritmo o salimos perdiendo”.
Tuffick relata lo duro de su trabajo. Cuenta que en las calles se dan muchas peleas por el territorio. “Si llega un heladero nuevo, lo echamos. Tiene que entender no más que acá uno tiene su clientela que lo conoce a uno. He visto hasta combos y escupos, porque llegan lolos que entran y salen del negocio, entonces llegan a meterse a cualquier parte y si uno los echa se ponen choros”.
Isabel Beltrán está esperando el turno de la luz roja sentada en una banca del bandejón central que atraviesa de verde la Avenida Matta. Su territorio lo comparte con Olivia, su amiga y vecina. Cuando los autos se detienen, Isabel carga su caja de plumavit forrada con envases de Billy Palito. “Está malo hoy día”, dice detrás de sus lentes negros, y se sienta nuevamente esta vendedora de helados. Heladera. Comerciante ambulante.
Placer callejero
Dentro del mercado, los heladeros ambulantes tienen que ingeniárselas para subsistir y crearse su propia economía. El rubro de los helados convoca a trepadores de micro que suben y bajan de los escalones, o se entremezclan entre los autos cuando se detienen en medio del tráfico. Es uno de los trabajos más antiguos y característicos del folclorismo callejero chileno, y su presencia refrescante y sorbetera abunda sobre todo en el verano.
Fruna y Panda, perteneciente a Trendy, son los mayores dispensadores de surtido paletero de los heladeros. Según don Marco, encargado del local distribuidor de Fruna en San Pablo, los helados más vendidos históricamente son los de agua, desde los clásicos Piña doble hasta la frutal combinación del demandado Billy Palito.
Panda siempre fue el clásico rey de los helados sobre ruedas. La rentabilidad de su placer permitía saborear un tradicional surtido, con nombres que se enmarcan en la memoria colectiva. Piña doble, Chirimoya Alegre, Cremino o el rey del sorbete urbano, el Choco Panda. Clásicos que por 100 pesos se derretían sobre las lenguas, a un costo mucho menor que los pares industriales con el fin de abastecer un nicho no explorado.
“¿Quién no conoce el famoso Choco Panda?”, dice Claudio Guede, manager de Trendy que en 2003 compró la marca Panda. Para él, “son productos tremendamente recordados en los consumidores chilenos”, insiste. El ingenio para sobrellevar la competencia de Bresler o Savory ha craneado económicas imitaciones de los más demandados helados industriales. El Magnum de Fruna, que cuesta tres veces menos que el Mega de Savory, o el Choco Panda , que llegó a destronar al original Chocolito, son ejemplos de ello.
Tal es la fama de las paletas callejeras, que durante los años noventa la masificación del corte de pelo al estilo heladero, que dejaba un coqueto mechón en la nuca más largo que el resto del cabello, pasó a llamarse el corte “chocopanda”, para derivar al hoy conocido “choco”, en alusión a la influencia de este mercado ambulante.
Hielo seco
Olivia, la compañera de Isabel, ha perdido un helado. No logró venderlo antes de que comenzara a deshacerse dentro de la caja de cartón, y se lo regala a un niño. “De repente no alcanzo a venderlos todos y si uno se me derrite me lo como yo o se lo doy a algún cabrito chico”. Mientras su amiga Isabel vende al ritmo de las luces del semáforo, ella se sube a las micros. Cada quince helados, vuelve a abastecerse con la misma cantidad en la distribuidora Juanito, cerca del Metro Parque O’Higgins, lo que la obliga a tomar locomoción.
Son pocos los heladeros que usan el hielo seco. Algunos, como Olivia, prefieren andar cargando poco y vender rápido. “Es que con el hielo seco se invierte el doble”, dice. En la distribuidora Chiloé, ubicada en el corazón capitalino, un kilo de esta gélida barra blanca cuesta tres mil pesos. Se deja al fondo de la caja y su humeante frialdad sirve para mantener 40 helados congelados toda una tarde. “Los que cuidan a sus clientes mantienen duritos sus helados, independientemente de cuánto les cueste”, argumenta la dueña del negocio. Pero la señora Olivia lleva cinco horas y recién se ha hecho dos mil pesos en ganancias.
Protegidos
Pablo Páez, licenciado en Historia, explica parte del libro “Ferias libres: espacios residuales de soberanía popular”, del historiador Gabriel Salazar. En este texto se identifican a los vendedores callejeros como “sujetos urbanos económicamente marginados, que para subsistir generaron prácticas de apropiación de los espacios públicos. El argumento central traza precisamente un recorrido que va de la carencia a la subsistencia, de la marginalidad a la inclusión y de la no-propiedad a la apropiación”.
Dentro de un rubro peligrosamente acechado por la industria, el heladero hace su propio mercado, inventándose una economía de sustento en medio de un sistema voraz que apatrona y desemplea a los trabajadores. Gran porcentaje de las ventas de las grandes empresas de helados se da gracias a la masiva compra que hacen los vendedores ambulantes. Aún así, en esta práctica el heladero genera una independencia económica de mucho sacrificio. “En estos meses, me hago más o menos diez o doce lucas al día. Cuando está bueno, son como catorce lucas”, dice Isabel.
Hardy Vallejos, presidente de Sintraloc, cuenta que esta “fue una iniciativa que empezó por el tema del Transantiago. Como la locomoción colectiva se modernizaba, nosotros también decidimos hacerlo”. En octubre de 1991 fue modificado el Código 91 de la Ley del Tránsito, que prohibía la venta de productos y actividades comerciales o artísticas al interior de la locomoción colectiva, permitiendo así a los vendedores ambulantes trabajar en los vehículos de transporte público. En marzo termina el período de prueba y las credenciales esporádicas serán reemplazadas por otras definitivas.
“La inscripción para pertenecer al Sintraloc sale 24 mil pesos, y hay que pagar dos lucas al mes. Me dan uniforme y gorrito. Y ya no nos pueden llevar, aunque algunos pacos igual se ponen pesados y nos preguntan que hasta cuándo dura la marcha blanca”, dice Olivia.
Antes de subirse a una 507, su amiga Isabel la llama desde el otro lado de la calle mientras sujeta a una de sus hijas de la mano. Ha vaciado el último puñado de helados y debe volver a su casa en El Bosque. En la tapa de la cajita de Isabel hay cinco autoadhesivos con la estrellita de Piñera. Se despide de su compañera, que intentará una última ronda. “Al final da lo mismo cual Presidente haya salido porque igual nosotros seguimos luchando, y sacándonos la cresta trabajando”, dice Olivia, mientras pone un pie sobre la micro y mira al conductor preguntándole: “¿me lleva?”.

HELADEROS PASIONALES
Uno de los más queridos heladeros de la Región del Biobío es el que se pasea por la playa de Lota. No tan sólo por su reconocido grito, carraspeando con violencia un “hay helado”, sino también por un divertido antecesor “llegaron los con chicharrones, los con pan amasados, los para la úlcera, la diabetes, la colitis, el asma, la churretera, las hemorroides, las vías respiratorias, la capa de Osorno… hay helado chiquillos, ¡¡Hay Helado!!”
Petino se llamaba el heladero más famoso de Tomé, quien en 2003 falleció tras ochenta años de vida, muchos de los cuales dedicó a la venta de helados. Su incondicionalidad al equipo de fútbol local, Deportivo California, lo llevaba a repartir helados entre los demás hinchas por cada triunfo pelotero.
Daniel Alfaro se llama el heladero que cada mañana se para a trabajar en medio de la nada. A cien kilómetros de Antofagasta y sobre la árida arcilla del desierto de Atacama, vende 250 helados diarios, y sus clientes se reparten entre los buses y camiones que atraviesan la Pampa durante todo el día.


 



 

lunes, 16 de agosto de 2010

CONCEDE PERMISO PARA TRABAJADORES AL INTERIOR DE LA LOCOMOCIÓN COLECTIVA

LEY NÚM. 20.388

CONCEDE PERMISO PARA TRABAJADORES AL INTERIOR DE LA LOCOMOCIÓN COLECTIVA

     Teniendo presente que el H. Congreso Nacional ha dado su aprobación al siguiente proyecto de ley, originado en moción de los Diputados Sergio Aguiló Melo, Pedro Araya Guerrero, Fidel Espinoza Sandoval, Sergio Ojeda Uribe, Carlos Olivares Zepeda, Gonzalo Uriarte Herrera y las Diputados Denise Pascal Allende y Alejandra Sepúlveda Orbenes.

     Proyecto de ley:

     "Artículo único.- Modifícase la ley N°18.290, de Tránsito, de la siguiente forma:

     1. Elimínanse en el N°3 del artículo 91, la expresión "desaseados," y la frase final "o cualquier clase de comercio en el vehículo".

     2. Incorpórase el siguiente artículo 91 bis, nuevo:
     "Artículo 91 bis.- Se podrá ejercer el comercio o actividades artísticas a bordo de vehículos de transporte urbano de pasajeros, en las siguientes condiciones:
     a) Los trabajadores vendedores ambulantes independientes del transporte deberán contar con iniciación de actividades como tales ante el Servicio de Impuestos Internos.
     b) En el caso de que dichos trabajadores se encuentren, además, organizados y registrados como sindicato de trabajadores independientes en la Dirección del Trabajo, podrán solicitar, a su costo, la emisión de una credencial que los acredite como tales.
     c) Los trabajadores que ejerzan este oficio deberán acreditar el origen de las mercaderías que expendan y exhibir la copia de su iniciación de actividades, ante el requerimiento que en cualquier momento efectúe la fuerza pública.
     d) Las empresas de transporte urbano de pasajeros podrán acordar con los sindicatos de trabajadores independientes la emisión de credenciales que permitan el ejercicio de esta actividad.
     e) Los conductores del transporte urbano de pasajeros no podrán negarse al ejercicio de esta actividad en sus respectivas máquinas, salvo si ello implica, en un momento determinado, un peligro de accidente vial, o bien entorpece de manera manifiesta y evidente la comodidad de los pasajeros, especialmente en las horas de mayor congestión. Asimismo, deberán negarse a la subida de un vendedor en paraderos no autorizados.
     f) El conductor podrá exigir la exhibición de la copia de la respectiva iniciación de actividades o su certificado para permitir el ingreso de un vendedor.".".


     Y por cuanto he tenido a bien aprobarlo y sancionarlo; por tanto promúlguese y llévese a efecto como Ley de la República.
     Santiago, 26 de octubre de 2009.- MICHELLE BACHELET JERIA, Presidenta de la República.- René Cortázar Sanz, Ministro de Transportes y Telecomunicaciones.- Andrés Velasco Brañes, Ministro de Hacienda.- Claudia Serrano Madrid, Ministra del Trabajo y Previsión Social.
     Lo que transcribo a Ud. para su conocimiento.- Saluda atentamente a Ud., Raúl Erazo Torricelli, Subsecretario de Transportes